Entrevista a Lilly Fajardo

¿Eres feliz?

Si, antes no lo era por los problemas que, según yo, no tenían solución. Pero al ver a mí alrededor me di cuenta que lo mío era nada. Ahora entiendo que no hay razón por la cual estar triste.

¿Cómo ves la vida?

Como un regalo de Dios, pero a veces es difícil entenderlo, ya que a veces pasamos por momentos difíciles. No sabemos cómo afrontarlo y le echamos la culpa a Dios.

¿Qué crees que le falta a nuestra sociedad?

Integración en los grupos sociales, y sobre todo empatía. La gente es muy egoísta. Solo piensan en sí mismo y los demás qué. Nadie se pone en el lugar del otro.

¿Por qué crees que los niños sufren de depresión? 

Porque los padres creen que los menores, por ser niños, no sienten tristeza  más o igual que ellos y no les presta atención que merecen. Por ejemplo, un niño llega del colegio y le dice a sus papás; “Papá, mamá creo que tengo depresión” ¿Y qué les responden? “Ay, déjate de tonterías oye". (Ríe) ¿Me equivoco? A mí, al llegar del colegio, solo me decían “qué tal te fue” y para mí, eso nunca ah lo sido suficiente.

¿Y para ti, entonces, qué es suficiente? 

Quizás soy o era muy exigente, pero al empezar una conversación me gusta que me pregunten “cómo estás” y que no se queden con la típica respuesta cliché “estoy bien”, ¿quién está bien siempre? ¿”Siempre” es una respuesta buena? Para mí no, para nadie. 

Tienes muchas pulseras en el brazo izquierdo ¿por qué razón?

Las colecciono, pero no me gustan. Es que tengo  marcas y no me gustan. Hace unos ocho meses peleaba con papá. El me culpaba de algo, o quizás de nada… Yo siempre me culpaba de todo; entonces, corrí al baño y lo primero que hice fue coger el afeitador, alcé mi brazo izquierdo, no lo pensé más y decidí hacer unas cuantas líneas. Salieron unas cuantas gotas de sangre y me ardía mucho, pero ese ardor que sentía me calmó. Entonces, encontré la manera de calmar mi “dolor”, cólera y ansiedad. Pero luego ya no era el afeitador, sino que se convirtió en una cuchilla. Y de ahí salen estas marcas.

¿Pasaba esto siempre que estabas triste? 

No, me había vuelto dependiente. Lo volví una rutina que debía seguir día y noche. Sufría de ansiedad y la única manera de calmar todo era clavando esa cuchilla en mi piel.

¿Tú crees que lo has superado? 

Yo creo que cualquier persona puede superar algo cuando se lo propone. Sonará raro, pero para mí es muy fácil decidir si llorar o reír, “si quieres lloras  y te matas o si quieres te ríes y disfrutas de la vida” ese es mi lema (ríe). Ya estaba cansada de sentirme tan inferior a todos, triste por nada y a la vez por todo, así que un 16 de junio decidí terminar con esto y empezar una nueva etapa de mi vida.

¿Cómo quisieras que tu entorno maneje esta situación con tranquilidad, con pena y sin lástima? 

Con empatía. A eso me refería hace un momento. Sé que es difícil ponerse en el lugar del otro, pero tampoco es bueno hacer como si nada pasara a tú alrededor o sentir pena por alguien que necesita ayuda. 

En el futuro vas a tener familia e hijos ¿Cómo los vas a educar para que no le pasen  lo mismo? 

Para empezar, yo deseo para mi familia las mejores atenciones que quizás no tuvieron conmigo, y me gustaría siempre contar con el apoyo de un psicólogo. Probablemente sea complicado ser padre. Nadie nace sabiendo y mucho menos hay clases para eso, pero si pongo todo de mí sé que tendré una familia hermosa.

¿Por qué la sociedad es ajena a este tipo de casos? 

Porque para los demás esto es una cosa pequeña y dicen “ya se le pasará”. Tampoco es que mi vecina me va decir que se quiere morir y todos la ayudaremos. Los que sufrimos de depresión nos encerramos en una burbuja y pensamos que nadie nos puede ayudar.

¿Te gustaría participar en un programa de salud mental como parte de la política del estado?

Sí, me interesaría para ayudar a jóvenes que pasan por lo mismo que yo pasé, porque sé que  se abrirían conmigo y no con personas que están ajenas a su situación.

¿Qué hacer para no caer en este problema emocional? 

Primero conversar con tus familiares más cercanos ya sea papá o mamá, o quizás un hermano mayor, para mí no hay mejores consejeros que ellos. Y ¡chicos! primero tú, segundo tú y tercero tú. De ti depende dejar atrás lo malo.

A lo largo de tu vida has tenido experiencias, para ti ¿cuál ha sido la más bonita? 

Obviamente tanto buenas como malas. Pero lo que más me impactó fue que algo que haya escrito a puño y letra se cumplió.

¿Qué me tratas de decir con esto? 

Resulta que yo había escrito una historia sobre todo esto que me pasaba, que aparecía un tal “Sebastian” de ojos muy claros, con las pestañas rizadas, más alto que yo, apuesto y de piel clara. Era un chico que me ayudaba a dejar los problemas atrás y superar todo. ¿Y qué? Y un día, ese tal Sebastian apareció en mi vida, así por arte de magia. No exagero, no bromeo y mucho menos, no miento.